junio 14, 2009

La Radio

Alrededor de los 70´s un joven, solitario y sin dinero, vagaba por las calles de una inmensa ciudad. Llevaba un pantalón de vestir viejo color azul marino, una camisa, la cual no se podía distinguir porque llevaba un sobretodo en el mismo estado que el pantalón, también estaba muy gastado y sucio.
El joven, desesperado por no conocer a nadie, comenzó a buscar un lugar en donde hospedarse. Al caminar en busca de refugio se encontró con un señor acostado en la calle, éste señor estaba sentado, con la espalda recargada en la pared, lucia sucio y descuidado, la ropa que portaba estaba muy vieja, aun mas que la del propio joven, casi a punto de romperse, no se lograba ver su rostro porque estaba con la cabeza agachada y portaba un pequeño sombrero negro, que tenia un agujero en la nuca. Al lado del señor había un viejo radio y en la estación que sintonizaba sólo se escuchaba un ruido unísono, parecía que no llegaba bien la señal, pero justo antes de que el joven siguiera caminando comenzaron a producirse una enorme cantidad de ruidos extraños provenientes de la radio, el joven volvió a detenerse. Todos estos sonidos produjeron en él sentirse más sólo y triste, y poco a poco eso que sentía se fue transformando en una extraña sensación de que algo malo ocurriría...
Observó a su alrededor, vio un niño caminando con su mamá, las bancas del parque, los carros que transitaban por la avenida, los enormes edificios, los pocos árboles, todas estas cosas parecían haber perdido su color, se veían grisáceas, oscuras, sin claridad, como en esas tardes de lluvia en las que parece que la luz no volverá. Todo se veía muy tenebroso. El joven seguía angustiado y continuaba con ese presentimiento, sin embargo las personas actuaban de una manera tan normal y tranquila, como en cualquier otro día.
De repente se oyó un espantoso y fuerte ruido, parecía provenir de la radio, cada vez se hacia más y más fuerte, como si estuviera saliendo del aparato para estar en ese momento en aquel lugar, las personas se quedaron paralizadas de espanto. Al mismo tiempo en el que comenzó ese ruido también empezó a llover, era una lluvia ácida, se sentía el ardor de cada gota de agua que caía, el joven lo sentía y sin embargo no le dio mucha importancia, su atención estaba en todas las personas que corrían por salvar su vida.
Pronto, el joven se dio cuenta de que ese extraño sonido del principio era tan fuerte que había provocado el choque de dos placas tectónicas; comenzó el terremoto. Los edificios caían hechos pedazos, las personas estaban desesperadas, corrían y gritaban, pero por mucho que lo hicieran no se alcanzaba a oír nada porque el sonido del terremoto era tan fuerte que sólo se veía la expresión la personas al gritar. El lugar en donde yacía el joven no temblaba, o al menos así parecía, no se sentía ese movimiento de las placas, de la tierra al moverse tan bruscamente, eso provocó que el joven se sintiera culpable de lo que estaba sucediendo, ¿Cómo era posible que tantas personas murieran y que precisamente él que no tenía nada que hacer en la vida estuviera sobreviviendo?
Poco a poco el sonido fue degradando su volumen, así mismo el terremoto fue parando y la lluvia fue culminando. El joven tenía la esperanza de encontrar a alguien con vida, volteó hacia su derecha y no había ninguna persona viva, revisó por su lado izquierdo y lo único que encontró fue muchos cuerpos muertos, miró hacia adelante y vio todos los edificios y construcciones destruidas. Apesar de que todo se veía en tonos grises y oscuros, el color intenso de la sangre se mantenía, resaltando por encima de esa oscuridad. Espantado, el joven dio un gran grito y calló de cuclillas al suelo, ahí se quedo reflexionando un rato, y al cabo de unos segundos llegó a la conclusión de que todo lo había provocado el viejo radio.
Giró bruscamente buscando ese artefacto y lo primero que vio fue al señor de la radio, seguía ahí, recargado en la única pared que no fue derrumbada, parecía que en ningún momento se había movido de ese lugar. Después de tantos ruidos anteriores ahora lo único que se escuchaba era la respiración desesperada del joven, luego, el señor volteó para verle la cara, lo miró y le hizo una sonrisa burlona, se levanto y comienzo a alejarse, expresaba una enorme tranquilidad aún siendo responsable de destrozar el mundo en el que vivió...
De repente, el joven despertó.